Desde mi infancia mi cuidado personal se limitó al shampoo y al jabón. Llegadas más primaveras, incluí al desodorante, y de vez en cuando un perfume. La explicación: mi madre nunca fue de aquellas mujeres que se bañan en flores y que duermen como si les hubieran echado una torta en la cara. Como de imitación aprendemos los niños, en consecuencia, eran pocas cosas de las que precisaba para sentirme limpia y sobre todo, bonita. No importaba cuánto catálogo de cosméticos, cremas y reacondicionadores cayeran en mis manos, yo simplemente los ojeaba como si se trataran de la sección de Economía de El Comercio. No estaba interesada, no los necesitaba... o al menos eso creía.
Así fue hasta que tuve un encuentro del tercer tipo con estos productos en Ripley. Una amiga que trabajaba como consultora me encontró paseando entre aquella ropa cara de moda que nunca iba a poder comprar y me pidió (con esa mirada pícara que produce una cara en angulo de tres cuartos) que la ayudara porque le faltaban clientas y que tenía que demostrar a su jefa que había hecho al menos un par de limpiezas faciales ese día. ¿Limpieza facial? me dije. Mis mejillas ya estaban bien lavadas con el rico jabón Nivea, pero ni modo, si era gratis no tenía nada que perder.
La sensación de aquel inaugural algodoncito perfumado, las subsiguientes máscaras de crema, y el final pañito húmedo sobre mi rostro, me dejaron una sonrisa estúpida como la de Thalia sobre su columpio de quinceañera (hago la aclaración de que contaba con 14 años de edad, por lo que esta comparación sería pertinente).
Salí de la tienda en cámara lenta, exhalando un fresco aroma que el viento de verano llevaba y traía juguetonamente, mi cabello daba unas suaves cosquillas a mi cara como alentándome a volar, el sol iluminaba con ese especial tono amarillo a todos los transeúntes que curiosamente me parecieron felices a pesar del gran bochorno; y yo, yo era BELLA, "shencuenta, catoicasanmarcos! catoicasanmarcos", se acabó la ilusión. Pero para alegría de Ponds, Neutrógena, Oriflame, Clinique, Avon y Herbal... había nacido una nueva consumidora.
La belleza cuesta; no siempre dolor, si no plata. Por eso a mi corta edad no me podía dar aún el lujo de invertir en una Crema Qh4 Protectora Facil de Exfoliación Biohidratante para piel joven tipo III (sí, esos nombres existen). Sin embargo, ahí estaba la promesa. Hoy, no me considero una mujer obsesionada con estos productos, pero admito que cuento con varios.Por eso, y sólo para terminar, trataré de narrar suscintamente el ritual de cuidado personal que debo llevar a cabo diariamente:
Antes de acostarme: Me lavo la cara con jabón líquido especial.
Al levantarme: Me lavo los dientes (con pasta dentrífica blanqueadora), uso el hilo dental, me meto a la ducha, me echo el shampoo, enjuago (ouhhh! Yess!! Yeaahhh!), viene el reacondicionador, masajeo mi cabeza con las yemas de los dedos, luego me baño con jabón humectante, froto todo mi cuerpo en especial los muslos (tranquilos no se exciten, es para prevenir la celulitis), ahora, el jabón líquido para cara, me enjuago por completo. Me seco, pero en el caso del rostro solo presiono suavemente la toalla sobre mis mejillas (para no maltratar la piel facial), igual con el cabello, no lo retuerzo dentro de la toalla, dejo que absorba la humedad, salgo de la ducha aplico el desodorante inoloro. En mi habitación, me seco bien los pies (cabe aclarar que tengo una toalla para la cara, otra para el cuerpo y otra para los pies, obvio, no voy a poner mi carita de ángel con mis pezuñas), corto las uñas, uso la crema humectante para pies, luego, aplico crema humectante a mis codos y rodillas (ojo, crema para el cuerpo), me visto, aplico el protector solar a mi rostro (si es invierno factor 15, si es verano factor 30), peino mi cabello sólo una vez, despacio y suave, sin arrancarlo, siempre uso un peine de cerdas separadas, aplico la crema para rizos definidos, empezando por las puntas, si es necesario depilo mis cejas, finalmente: base de maquillaje en la zona T, rizado de pestañas con cucharita, delineador de ojos, protector y brillo para labios (no me gusta maquillarme mucho). Ah!! y crema para mis manos. Lista para salir! Esperen, falta el perfume. Ahora sí.
Eso que no he dicho que cada semana o quince días, debo hacerme la exfoliación del caso: es decir, además de lo arriba descrito, usar las máscaras de 20 minutos, y hacer frotación especial a la cara, cuerpo y pies; así como el tratamiento para el cabello.
No lo puedo negar, no lo puedo negar, no lo puedo negar... luego de esta ceremonia, que dura cerca de 40 minutos, me siento taaan bien, sobre todo cuando la hago con la parsimonía de una misa porque, sinceramente con el estilo de vida agitado que tenemos hoy las mujeres trabajadoras... ¿cómo recordar tantas instrucciones?, además, ¿alguien lo nota? por eso debo confesar que no soy fiel a todos estos detalles, me olvido de algunos y frecuentemente regreso a mi epoca infantil de agua y jabón.
En fin, de vez en cuando conviene consentirse, y si voy a estar dentro de este cuerpo los próximos 50 años (si Dios quiere), hay que hacer algo por él.
Ahora entienden por qué una mujer demora tanto en arreglarse.
Así fue hasta que tuve un encuentro del tercer tipo con estos productos en Ripley. Una amiga que trabajaba como consultora me encontró paseando entre aquella ropa cara de moda que nunca iba a poder comprar y me pidió (con esa mirada pícara que produce una cara en angulo de tres cuartos) que la ayudara porque le faltaban clientas y que tenía que demostrar a su jefa que había hecho al menos un par de limpiezas faciales ese día. ¿Limpieza facial? me dije. Mis mejillas ya estaban bien lavadas con el rico jabón Nivea, pero ni modo, si era gratis no tenía nada que perder.
La sensación de aquel inaugural algodoncito perfumado, las subsiguientes máscaras de crema, y el final pañito húmedo sobre mi rostro, me dejaron una sonrisa estúpida como la de Thalia sobre su columpio de quinceañera (hago la aclaración de que contaba con 14 años de edad, por lo que esta comparación sería pertinente).
Salí de la tienda en cámara lenta, exhalando un fresco aroma que el viento de verano llevaba y traía juguetonamente, mi cabello daba unas suaves cosquillas a mi cara como alentándome a volar, el sol iluminaba con ese especial tono amarillo a todos los transeúntes que curiosamente me parecieron felices a pesar del gran bochorno; y yo, yo era BELLA, "shencuenta, catoicasanmarcos! catoicasanmarcos", se acabó la ilusión. Pero para alegría de Ponds, Neutrógena, Oriflame, Clinique, Avon y Herbal... había nacido una nueva consumidora.
La belleza cuesta; no siempre dolor, si no plata. Por eso a mi corta edad no me podía dar aún el lujo de invertir en una Crema Qh4 Protectora Facil de Exfoliación Biohidratante para piel joven tipo III (sí, esos nombres existen). Sin embargo, ahí estaba la promesa. Hoy, no me considero una mujer obsesionada con estos productos, pero admito que cuento con varios.Por eso, y sólo para terminar, trataré de narrar suscintamente el ritual de cuidado personal que debo llevar a cabo diariamente:
Antes de acostarme: Me lavo la cara con jabón líquido especial.
Al levantarme: Me lavo los dientes (con pasta dentrífica blanqueadora), uso el hilo dental, me meto a la ducha, me echo el shampoo, enjuago (ouhhh! Yess!! Yeaahhh!), viene el reacondicionador, masajeo mi cabeza con las yemas de los dedos, luego me baño con jabón humectante, froto todo mi cuerpo en especial los muslos (tranquilos no se exciten, es para prevenir la celulitis), ahora, el jabón líquido para cara, me enjuago por completo. Me seco, pero en el caso del rostro solo presiono suavemente la toalla sobre mis mejillas (para no maltratar la piel facial), igual con el cabello, no lo retuerzo dentro de la toalla, dejo que absorba la humedad, salgo de la ducha aplico el desodorante inoloro. En mi habitación, me seco bien los pies (cabe aclarar que tengo una toalla para la cara, otra para el cuerpo y otra para los pies, obvio, no voy a poner mi carita de ángel con mis pezuñas), corto las uñas, uso la crema humectante para pies, luego, aplico crema humectante a mis codos y rodillas (ojo, crema para el cuerpo), me visto, aplico el protector solar a mi rostro (si es invierno factor 15, si es verano factor 30), peino mi cabello sólo una vez, despacio y suave, sin arrancarlo, siempre uso un peine de cerdas separadas, aplico la crema para rizos definidos, empezando por las puntas, si es necesario depilo mis cejas, finalmente: base de maquillaje en la zona T, rizado de pestañas con cucharita, delineador de ojos, protector y brillo para labios (no me gusta maquillarme mucho). Ah!! y crema para mis manos. Lista para salir! Esperen, falta el perfume. Ahora sí.
Eso que no he dicho que cada semana o quince días, debo hacerme la exfoliación del caso: es decir, además de lo arriba descrito, usar las máscaras de 20 minutos, y hacer frotación especial a la cara, cuerpo y pies; así como el tratamiento para el cabello.
No lo puedo negar, no lo puedo negar, no lo puedo negar... luego de esta ceremonia, que dura cerca de 40 minutos, me siento taaan bien, sobre todo cuando la hago con la parsimonía de una misa porque, sinceramente con el estilo de vida agitado que tenemos hoy las mujeres trabajadoras... ¿cómo recordar tantas instrucciones?, además, ¿alguien lo nota? por eso debo confesar que no soy fiel a todos estos detalles, me olvido de algunos y frecuentemente regreso a mi epoca infantil de agua y jabón.
En fin, de vez en cuando conviene consentirse, y si voy a estar dentro de este cuerpo los próximos 50 años (si Dios quiere), hay que hacer algo por él.
Ahora entienden por qué una mujer demora tanto en arreglarse.
4 comentarios:
y si.. yo antes igual, es mas ni me peinaba.. pero llega esa terrible etapa conocida como adolescencia y con ella los barritos, las cremas, las dietas y demas veleidades en las cuales despilfarré meses de propinas.
http:://delcotidiano.blogspot.com
definitivamente el cuidado personal es increible... por eso trabajo en eso... saludos.
Hola... me gusto mucho tu entrada.. al igual q tu, yo tmb tuve una mama q no era muy mona con todas las cosas del maquillaje y tuve q aprender solita y de poco a poco...
Suerte!!
Rabbit.
Hola Maria fe, Patricia y Rabbit, muchas gracias por dejar su opinión, pero vale, tomarse un rato para ponerse bonita verdad! Besos
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